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Con una arriesgada propuesta escénica, entusiasta participación previa de su público y una pantalla de 360 grados, Panteón Rococó se mostró como una banda consagrada que no se duerme en sus laureles y que, desde luego, sigue rompiendo madres. He aquí nuestra reseña cronicada:
A las 21:03 horas nueve conocidos sujetos comienzan esta enigmática noche musical como siempre, con todo el poder que desde el año uno hasta el 21 han expresado en su ska-rock; denuncia e inconformismo, pero con la felicidad de quien sabe que nunca habrá mayor pobreza, que la falta de verdad.
Es así como Panteón Rococó pone a rugir a toda su gente desde los primeros trompetazos de “Arréglame El Alma”.
Gracias al escenario circular montado para esta velada, la visibilidad de los espectadores es ideal desde cualquier lugar bajo la bóveda de cobre. Pues, desde la Zona General y hasta el segundo piso, las “Hostilidades” se aprecian y escuchan a plenitud.
Todo continúa con “La Ciudad De La Esperanza”, pero es “Asesinos” la melodía que deja sentir el ska furioso de los Rococós en toda su plenitud, provocando que continúen los mosh pits en varias zonas de la explanada.
Con un inicio poderoso, cuasi metalero, “Marco’s Hall” hace que todo el Palacio de los Deportes deje sus asientos para gozar el espíritu guerrillero y lacandón de esta canción.
“Dime” y “Buscándote” no permiten que la fieska pare, y entre más gritos y cánticos furibundos, Panteón Rococó le da la bienvenida a los primeros invitados especiales del recital. De esta forma, Aarón y su Grupo Ilusión arriban al escenario, que por momentos finge ser un ruleta, para ofrecer un medley, ska-cumbiansero.
Acto seguido, “Pequeño Tratado De Un Adiós” hace las delicias de un público ávido de sus canciones favoritas, las cuales se empezaron a votar meses antes de este crepúsculo sabatino.
Ante tanto desmadre, un momento de cierta paz es necesario. Por ello antes de hacer sonar “La Rubia Y El Demonio”, Dr. Shenka charla un poco con las 25 mil almas aquí reunidas, mientras que en el escenario las percusiones, que estaban en el centro, son llevadas a la periferia.
Luis Humberto Navejas, pese a que con Enjambre está acostumbrado a tener una tesitura suave, hace una presentación espectacular acompañando al Panteón con el dramatizado post-noviazgo de “¿Qué Pasará?”.
Inmediatamente después, no sólo una “Vendedora De Caricias” sino cinco esculturales mujeres, con prendas muy breves, van de la pasarela al escenario. Provocando los chiflidos, piropos y vulgaridades de los “caballeros”.
“Fugaz”, le brinda otro momento calmo a esta velada en el Domo de Cobre que, por fin, deja que algunos vuelvan a tomar sus asientos, para disfrutar de este romántico bolero.
El frenético ritmo de “Cúrame” le da toques de sambódromo a este recinto que se encuentra a reventar.
Para gozar de Panteón Rococó, no es necesario tener más de 10 años. Así lo demuestra Gael, un niño que aleatoriamente es elegido por Dr. Shenka para acompañarlos en el escenario y que, a ritmo de “Quiero Bailar Contigo”, manifiesta una maravillosa naturalidad y desparpajo, propia de quien se está entregando al cien por ciento a sus emociones sin importar lo que piensen los demás, sobre todo, porque Gael no tiene los complejos que, conforme pasa los años, hacen que nos contengamos.
Todo lo cual le brinda un segundo aire a esta velada skata. Así lo demuestra la fuerza con la que suena “Acábame De Matar” al lado de la voz principal de Los Liquits, Ro Velazquez, y en las gargantas de estos miles de miembros del Ejército de Paz de los Rococós.
El show continúa con una “Estrella Roja” que en el firmamento musical, provoca más slams. Uno de ellos destaca inmediatamente: el de un grupo de alrededor de nueve chavas que se patean, empujan y lanzan con la misma intensidad que los chavos. Lo que también se manifiesta mientras suena “No Te Recuerdo”.
La intensidad toma un breve respiro con el reggae-ska de “Nada Pasó”. Pero con “Abajo Y A La Izquierda” se reenciende la pasión, bajo el clamor general del coro: “¡Que los políticos se vayan a la mierda!”.
Para volver a poner a danzar a todos en esta residencia musical a ritmo de “Toloache Pa’Mí Negra” . Al terminar, Dr. Shenka declara: “Podemos ir en paz. Esta celebración de rock ha terminado”. Provocando vertiginosamente, cariñosas mentadas de madre y bullas ante el deseo general de continuar con esta gala musical de una de las agrupaciones más importantes del otrora Distrito Federal.
No importa que mañana todos los presentes despierten cansados, madreados y moreteados, ya vendrá el “Viernes De Webeo” para recuperar la energía aquí perdida.
Acto seguido, “Esta Noche” es otro de los tantos hits que provocan en las decenas de miles hoy reunidos sus pasos de baile saltos más extravagantes y pasionales.
Otra canción aleatoria, sorteada ahorita mismo por otro infante que acompaña al Panteón en la tarima, deja sonar “Es Tan Poco El Tiempo”, melodía que casi nunca tocan.
La banda se vuelve a despedir, pero nadie esta dispuesto a irse sin escuchar dos de las composiciones más respetadas y consagradas de la industria musical mexicana.
Por lo que “La Dosis Perfecta”, con su mezcla exacta de pasión callejera y potentes armonías, producen las últimas danzas frenéticas. Mientras que “La Carencia”, deja derramar las últimas gotas de sudor de un público que más de dos décadas después los siguen apoyando sin cesar.
Por: Ángel Caballero
Fotos: Cortesía Ocesa (César Vicuña)
