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“El optimismo firme y paciente siempre rinde frutos. Todos los tiempos son buenos para quienes saben trabajar y tienen con qué hacerlo”,¹ son dos puntos que forman parte del decálogo bajo el cual se rige el empresario Carlos Slim Helú. Y se asemejan a mucho de lo que sucede en The Founder (Hambre de Poder).

En los años 50, un vendedor de Illinois llamado Ray Kroc conoce a los hermanos Dick y Mac McDonald, quienes llevaban una hamburguesería al sur de California. Impresionado por la velocidad, eficacia y calidad de ésta, Kroc visualiza una potencial franquicia y hábilmente se va posicionando hasta arrebatárselo a los hermanos y crear el hoy imperio de un billón de dólares.

Lo anterior no es una sinopsis, es el resumen de toda la cinta. Porque la historia es relativamente conocida (Ray Kroc la escribió más o menos así en su autobiografía Grinding It Out) y puede leerse sobre ella en múltiples páginas de internet.

Lo altamente relevante de Hambre de Poder radica en que da pie para una o varias discusiones respecto a la ambición y sus múltiples variantes. Puesto que a Kroc se le podría comparar con personajes actuales como Donald Trump o Carlos Slim.

Un sujeto sumamente ambicioso, laboral y económicamente hablando, porque casi nunca está en su casa y por ende su mujer esta casi siempre sola en el hogar. Lo cual también forma parte de la destrucción de ese matrimonio.

Ray no era más que un pudiente republicano con pensamientos positivos y gran labia mercantil, como millones, pero que al conocer a los hermanos McDonald comprende el alcance que su hamburguesería podría tener. Así que cambia su discurso prefabricado por uno pensando a la medida de estos optimistas y trabajadores hermanos, cuyo error principal, al parecer, radicó en la simplificación que hicieron de Kroc y su ambición.

Puesto que de esa forma permitieron que al sueño, en el que 30 años antes habían estado trabajado arduamente, le sucediera algo peor que su desmoronamiento, que se hiciera realidad en las manos de otro hombre.

Además de esta casi increíble historia verdadera, The Founder es interesante por sus grandes vestuarios y perfecta ambientación que nos transporta a los primeros restaurantes de comida rápida, lo cuales hasta hoy en día son tan satanizados como populares.

“Si no te les puedes unir, cómpralos” y “Los contratos son como los corazones, están hechos para romperse”; forman parte del discurso insaciable que hacen de Ray Kroc un ser tan despreciable como efectivo, y que de no ser por la extravagancia, casi esquizofrénica, de Michael Keaton haría más fácil el detestar a este falso fundador.

The Founder no es sólo la casi increíble historia de la apropiación de un bello sueño, transformado en millonario imperio multinacional, es también una lección de lo mezquino y cutre que es la gran mayoría del sector empresarial mundial, convencido de que para “escalar” hay que “pisar” a los demás.

Por: Ángel Caballero
Fotos: Cortesías

¹ Diego Enrique Osorno, Slim: Biografía política del mexicano más rico del mundo, Debate, 2016, p. 31.

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