Con una arriesgada propuesta escénica, entusiasta participación previa de su público y una pantalla de 360 grados, Panteón Rococó se mostró como una banda consagrada que no se duerme en sus laureles y que, desde luego, sigue rompiendo madres.
Con una arriesgada propuesta escénica, entusiasta participación previa de su público y una pantalla de 360 grados, Panteón Rococó se mostró como una banda consagrada que no se duerme en sus laureles y que, desde luego, sigue rompiendo madres.