Por Néstor Ramírez Vega
@NestorRV
Ecatepec, El Bello. La historia de la visita del Papa Francisco a Ecatepec no es resumen de un día, sino aborda una cronología de más de un mes que culmina el 14 de febrero.
“Roma no se hizo en un día”, y el bello Ecatepec, territorio que visitó Francisco, mucho menos. En esta ocasión escribo desde la mirada de un habitante de uno de los municipios más peligrosos de México, pero también uno de gran riqueza en su gente olvidada por sus gobernantes.
Las patas de un gallo se asoman de una bolsa de asa. Éste permanece inerte, las plumas volando, quizá sin cabeza. El Fraccionamiento Las Américas es una colonia joven. La tierra era plana hace 11 años. El viento cada tarde levantaba el polvo y la tienda más cercana era la que estuviera en la colonia vecina, Jardines de Morelos. Las Américas era un lugar inexistente, entonces todavía era La Sosa Texcoco.
Los colonos de la unidad jamás pensaron que una década después, en un predio abandonado, el sucesor de Pedro daría una misa. Las primeras semanas del 2016 iniciaron las labores de mantenimiento en Ecatepec. Las calles fueron limpiadas, los baches cubiertos, las pintas fueron ocultas con graffitis donde aparecían el Papa o la Virgen de Guadalupe, entre otras figuras.
Será mi edad e ingenuidad la ignorancia de los cambios que tendrá un lugar por la visita de una persona de importancia internacional. Cuando despertamos, cada día estábamos en otra colonia que ya no era nuestra colonia; nuestra casa era lo único que permanecía.
Los cambios que sufrió Ecatepec fueron de trascendencia, incluyendo la instalación de un semáforo en un cruce donde hay un hospital y la reparación de las principales vías de transporte.
LA ÚLTIMA NOCHE. Comenzó la verbena desde antes de las 20 horas del 13 de febrero. Quienes no vendían tortas, café, agua o pan de fiesta (estos últimos escasos) permitían utilizar los sanitarios por cinco pesos. Con cobijas bajo el hombro y alimentos en bolsas de plástico, los asistentes a la misa del Papa llegaban en grupos numerosos.
Mientras los creyentes llegaban desde antes de las 20 horas, los policías llevaban más tiempo en las vallas de seguridad, con una torta, un refresco y alguna fruta en el estómago, único alimento que les dieron. Los encargados de la seguridad enfrentaron condiciones desfavorables, según denunciaron a través de internet, pues hubo quienes debieron dormir una noche antes en las patrullas; el 13 lo hicieron al lado de los voluntarios de las parroquias.
Aunque los asistentes se concentraban en la avenida Insurgentes, último lugar por donde pasaría el Papa Francisco, y en el último tramo de la avenida Independencia; el sueño de vecinos próximos al Hospital General de Ecatepec “Las Américas” se vio perturbado por las pruebas de sonido que realizaron personal del municipio durante la noche.
Los visitantes tampoco tuvieron una buena noche, pues fueron víctimas de robo, tanto de alimentos como de cartones. El último tramo de la avenida había grandes cantidades de basura, especialmente de botellas PET. Posteriormente colocaron bolsas de basura para juntar los desechos que, presuntamente, serían recogidos por las autoridades municipales.
El Papa llegó a Ecatepec en helicóptero y entró a El Caracol en el Papamóvil. Durante la misa los asistentes se fueron ante la escasa información sobre si volvería a salir en el vehículo o sería llevado por aire. La valla humana se hizo débil e hicieron falta cerca del cruce de avenida Insurgentes e Ignacio López Rayón, aunque decenas de civiles optaron por ayudar y levantaron la cadena de seguridad.
Cuando el Papa Francisco se fue, Ecatepec volvió a la normalidad.