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Hasta el momento la única obra de arte cinematográfica, en el más amplio de sus términos, hecha en el 2016 en los Estados Unidos de América es esta cruel película realizada por un diseñador de moda que si en sí mismo podría ser un cliché, con Nocturnal Animals se vuelve uno de los artistas más sobresalientes de los últimos tiempos.
Todos hablan e idolatran a La La Land, sin que siquiera se den cuenta de que su colorido, esplendor, ruido y baile son sumamente depresivos. Si Damien Chazelle está consciente de eso, también nos encontramos ante uno de los directores más importantes de la época contemporánea.
Sin embargo, a Chazelle la innecesaria cantidad de alabanzas y premios lo podrían sepultar hasta convertirlo en un director que sólo de vez en cuando hace trabajos extraordinarios, como M. Night Shyamalan. En cambio, Tom Ford ha logrado con sólo dos filmes como productor, director y escritor, una presencia tan sólida que mañana mismo marcará la intrascendencia de los Oscar 2017, si no lo nominan a ‘Mejor Película’ y como ‘Mejor Director’.
La La Land y Nocturnal Animals, tienen escenas de apertura impactantes. En la primera, el homenaje a los musicales norteamericanos es tan obvio que también forma parte de lo aburrido que es; música “alegre” y coreografías vistosas, pero sin alto grado de impacto como para recordar fielmente algo de ello, y que al salir de la sala tararees o intentes bailar.
En cambio en Animales Nocturnos, las primeras imágenes que dan la bienvenida al relato cinematográfico de la vida de una galerista de arte que (tan sólo el ser llamada así ya es un insulto a los galeristas y, desde luego, al arte) viste de manera impecable, vive rodeada de lujos y aun así, la vida en su rostro es prácticamente nula.
Los protagonistas de La La Land, Emma Stone y Ryan Gosling, son los únicos seres relevantes de la historia, pues todo gira en torno a ellos y las dificultades que tienen que enfrentar, nunca son tantas como para no “alcanzar sus sueños”, por lo mismo, al concretarlos son más o igual de infelices que siempre.
Por su parte, Nocturnal Animals cuenta con una riqueza actoral legendaria, pues hasta los personajes más despreciables y viles, son memorables e inmediatamente identificables: el galán Armie Hammer, como un esposo despreocupado por su mujer, de la que tal vez nunca estuvo enamorado; y el magistral Aaron Taylor-Johnson, interpretando a un despreciable, prepotente y embustero tejano, de esos que hoy tienen a Donald Trump a cargo del país más poderoso del mundo.
Además del actor principal, Jake Gyllenhaal, quien solamente podría estar nominado porque en él recaen casi todas las escenas de la cinta y, por supuesto, actúa muy efectivamente al interpretar a un padre que, estrictamente hablando, no se pudo hacer cargo de su familia y por eso terminan como terminan.
Personaje que sólo es tolerable porque es guiado por Bobby Andes (un encantador y sorprendentemente no taaan violento Michael Shannon), un oficial de policía que se encuentra a unos días de una jubilación más obligatoria que gustosa.
Por lo tanto, en todo el elenco la única debilidad está en Amy Adams, no por falta de capacidad actoral sino porque su personaje tuvo que interpretarlo de manera plana, contradictoria y ridícula, a lo a largo y ancho del largometraje.
En resumen; La La Land es una mentira repetida mil veces que quieren convertir en verdad. Que disfruten su “verdad”. Mientras tanto Nocturnal Animals trascenderá épocas, requisito fundamental que necesitan las obras para ser arte.
Por: Ángel Caballero (@AngelReject)
Fotos: Especiales
