Natalia Lafourcade comparte algunas historias de su vida en el Metropólitan y libra una revolución emocional de lucha “dentro de su cuerpecito”. El campo de batalla es ella, su propios ser; sus soldados, toda la gente reunida en el Teatro para corear sus canciones y ayudarla en este terapéutico concierto lleno de romance y recuerdos.
“¿Dónde es la fila?”, “Estamos formados”, “Te estábamos esperando en el metro, pero ya no llegaste y nos venimos para acá”, “Me encanta esa mujer”, “Se va a rifar muy cañón”, dicen algunas personas antes de que inicie el concierto de la veracruzana. Una chica porta un póster con la imagen de Natalia y entre humo proveniente del escenario se toma una foto.
“Al terminar el concierto, se venderán 100 discos de Hasta la Raíz, edición especial con disco y DVD, autografiados por Natalia. Sí, solamente para las primeras 100 personas que lleguen a comprarlo”, se escucha una voz a través de la bocina del Metropólitan.
El escenario se ilumina de repente. Los músicos están listos para iniciar esta velada. En medio de aplausos, Natalia Lafourcade camina al centro, levanta su mano derecha en forma de agradecimiento y sonríe a su público. Luce un palazzo negro y una blusa holgada del mismo color.
Arranca con “Vámonos Negrito”. Canta y menea sus caderas de un lado a otro. “Te amo, Natalia”, gritan en el público. “Buenas noches, Metropólitan. Maravilloso público que nos recibe a todos. ¿Cómo están? Qué bonito estar aquí. No saben la emoción que siente mi corazón. ¡Muchas gracias!”, dice Natalia con sus pómulos resaltados por las luces amarillas.
Para cantar “Hasta La Raíz”, porta una guitarra. Recibe los aplausos del público. En la parte final de la canción, hace una pausa, apagan las luces y deja que la gente coreé el tema musical. Natalia recibe algunos piropos de hombres y mujeres que le gritan. Con “Lo Que Construimos” baila hacia los músicos del saxofón. Voltea al público, junta sus manos, las frota ligeramente, las impulsa como si aventara algo, hace una reverencia en forma de agradecimiento.
Toma su guitarra eléctrica para tocar “Ya No Te Puedo Querer” y “Nunca Es Suficiente”. “¡Qué bonito! Buenas noches a todos, sean bienvenidos. Estoy tratando de convivir con esta revolución emocional que tengo dentro de mí. En mi cuerpecito. Estoy emocionada de estar con ustedes, otra vez en el Teatro Metropólitan, compartiendo esta música de Hasta la Raíz, casi cerrando este ciclo. Estos días van a ser muy terapéuticos para todos ¿no?… Yo también los amo y son muchos, así que mucha capacidad”, asegura Natalia.
El escenario se oscurece. Aparece del lado derecho, en el teclado para dedicar “Palomas Blancas” a todos los que se conectan con el universo. Alguien del público le chifla, se levanta y agradece con la mano. Mueve sus hombros y desliza sus dedos suavemente a lo largo del teclado. Canta “No Más Llorar”. Regresa al centro del escenario y canta “Para Qué Sufrir”, acompañada de su guitarra. Se desliza de izquierda a derecha.
En el escenario bajan algunas cortinas la tela en ondas. Natalia interpreta “Amarte Duele”, tema que le dio vida a una película que muchos consideran “clásica” del cine mexicano. Da dos pasos al frente, se frena y mueve su cadera. Avanza y marca cada paso con la punta del pie inclinada sobre el piso. Entre las primeras filas del Metropólitan, del lado izquierdo a chica se levanta a bailar al ritmo de “Casa”.
“En El 2000” causa nostalgia, Natalia los pone a aplaudir y poco a poco se levantan de sus asientos y hacer suaves movimientos. “Elefantes” está llena de metáforas, propias de aquella niña de 14 años con un novio de 18 que se quería casar, pero para Natalia todavía no era tiempo. “Cásate conmigo”, le gritan y ella esboza una ligera sonrisa.
Rinde homenaje al legendario Agustín Lara y regala al público “Amor De Mis Amores” para que la dediquen. Luego de no tocar por mucho tiempo “Azul”, Natalia se anima y comparte que se puso a escribir todas las cosas a las que tenía miedo, se percata que son muchas, pero las enfrenta, por lo que cantar esta canción es algo terapéutico para ella.
Del momento acústico pasa a un ritmo más movido, con “Mi Lugar Favorito”, se hinca, poco a poco se agacha hasta que termina recostada en el suelo. Al final de “Limosna” sacude sus muñecas en el aire. Coloca una mano sobre su cintura y gira con “Aventurera”. Como niña, corre de un lado del escenario al otro al cantar “Ella Es Bonita”. Cuando brinca, arranca algunas sonrisas de sus fans. Se acerca al público.
“Es hermoso poder compartir la historia de mi vida y que ustedes la conviertan en suya. Esta canción la hice para una señorita que me arrebató el novio. Ella era la bonita, yo no. Es como una forma de decir ‘chinga a tu madre’, pero con amor”, grita Natalia. “Quisiera pedir un fuerte aplauso. Aquí atrás tengo una nave espacial que me lleva muy lejos. Ellos son mi banda y me llevan muy lejos”, dice mientras presenta a cada uno de los músicos. Su bajista la presenta y recibe un caluroso aplauso acompañado de gritos.
Homenajea a Juan Gabriel con “Ya No Vivo Por Vivir”. Sale del escenario. En la parte de arriba del Metropólitan, el público golpea el suelo con sus pies, como si estuvieran en un estadio de futbol. Natalia regresa. Antes de tocar “Partir De Mí”, acompañada de su guitarra, explica que escribió esa canción cuando sus amigos tenían un bebé y ella tenía que decir adiós a un amor. “Tenía que dejar partir a esa persona para que fuera muy feliz”, dice.
Por primera vez toca en vivo “Tú Me Acostumbraste”. Mientras daba un discurso sobre la historia de su canción, alguien en el público la interrumpe y dice: “Estaba muy triste. Sí a huevo, pero también he hecho canciones en momentos muy felices”, se ríe antes de cantar.
Natalia pide que todavía no se vayan. Mientras reacomodan los instrumentos musicales aparece un vídeo de Musas. Regresa al escenario acompañada de Los Macorinos, sus invitados especiales, para cantar “Tú Me Acostumbraste” y “Soledad Y El Mar”, una fusión de música tradicional y contemporánea.
El sentimiento llega a su máximo punto con “Tú Si Sabes Quererme” Con los acordes del charango de Lafourcade. “Si les gustó, tenemos varias noches en el Metropólitan”, hace la invitación para que regresen a otro concierto. Natalia confiesa que se encuentra en el proceso de grabación de un disco inédito al lado de Los Macorinos.
Por: Jacqueline Ponce
Fotos: Cortesía Ocesa (Sergio Bautista)