Se preguntarán qué hago en la Vasconcelos a las cinco de la tarde si nos veríamos a las cuatro en el Ángel. A veces las cosas no salen como uno las planea y, en esta ciudad, una nunca deja de correr. Entre que encontraba unos libros e iba a comer, pasó el tiempo.
Tiempo, eso que nunca puedes recuperar, y menos siendo mujer, y menos viviendo en México. Ser mujer en este país resulta una cualidad de alto riesgo. Por ejemplo, no puedes vestir con ropa que sea de tu gusto, sobre todo si es corta o escotada.
No logro comprender cómo es que hay hombres que piensan que por el hecho de que vistamos “provocativamente” tienen el derecho de chiflarte, ¡o incluso de violarte! ¿En cabeza de quién cabe ese pensamiento? Pero no sólo es un problema de aquí. Por ejemplo, leí que en una encuesta el 65.1% de los brasileños estaba de acuerdo con eso.
Corro sobre Insurgentes esperando alcanzar la marcha por el Senado de la República, pero nada. Vi en dirección al Ángel, no estaban; seguro irían por Juárez. ¿Por qué asistir a la manifestación? No por el hecho de ser mujer ni porque se conmemora el Día Internacional de la Mujer, sino por encontrar un espacio para manifestar desacuerdos y la violencia laboral, sexual, física y patrimonial que vivimos.
Fotografías: Néstor Ramírez Vega
Habrá quienes se arrodillen y no quieran hablar. Es respetable, se llega a entender su opinión, pero quienes vamos sobre las calles debemos hablar también por ellas, incluso por quienes ya no están. Basta recordar que la ONU dijo que siete mujeres son asesinadas cada día en México.
Las víctimas de feminicidio aumentan y en algunos estados no está tipificado. Madres de víctimas asisten a la marcha. Están conscientes del problema, y que no conseguirán que sus hijas vuelvan, pero pueden evitar que haya más víctimas de estos asesinatos.
Fuertes vientos amenazan la ciudad. Delante de mí va un joven, no más de 30 años. Lleva una gorra negra, pero ésta se desprende de su cabeza. La escena es un poco graciosa, me es inevitable reír. Se acerca y me hace la plática, no hay problema hasta que su mirada se centra en mis pechos y cada vez se acerca más y más a mi oído. Me espera mi novio, le digo. Cruzo la avenida.
Hace unos días Alejandra Toriz, dirigente nacional de la agrupación Pan y Rosas, comentó que a la manifestación asistirían ex trabajadoras de limpieza, de Inmujeres y del GDF que fueron despedidas por expresar su opinión contra el outsourcing o exigir una estabilidad laboral.
Las ex trabajadoras del GDF estaban bajo el régimen de la nómina 8, “que es la contratación por un año, pero es una falsa salida a la estabilidad laboral porque es un contrato por un año, y mujeres de 40 ó 50 años es difícil que consigan rápidamente un empleo”, aseguró Toriz. Añadió que fueron despedidas 43 mujeres, y dicha operación fue presidida por la titular de Inmujeres DF, Teresa Incháustegui.
Estas 43 se suman a las 60 trabajadoras de intendencia del Instituto de Educación Media Superior (IEMS) que fueron despedidas por organizarse para exigir el derecho a la basificación al estar como outsourcing. “Tienen más de dos meses en lucha, principalmente en la sede de la GAM, Iztapalapa y Tlalpan”, aseguró la dirigente de Pan y Rosas.
Banderas moradas, banderas rojas; cruces rosas y moradas sobre Reforma, Juárez y 5 de mayo. Ya llegan al primer cuadro de la Ciudad de México. “¡Alerta!, ¡alerta!, ¡alerta que camina, la lucha feminista por América Latina!”.
Por: Néstor Ramírez Vega (@NestorRV)