Por: Ana Isabel Alcantar
En la Ciudad de México existe una gigantesca oferta teatral. Día con día se conciben nuevos proyectos, más de los que cualquier persona podría presenciar en su vida. Todas las listas son arbitrarias y merecen discusión. Partiendo desde esta realidad, te enlistamos tres de las mejores obras teatrales de este 2015.
Wenses y Lala
“El amor más auténtico” es el protagonista de esta ágil, fresca y entrañable historia. Dos personajes que regresan a la vida para compartir su historia: una búsqueda interminable del ser, la identidad, el conocimiento, las raíces, la verdad y el amor. Esta producción le apuesta a la pulcritud escénica entre trazo y gestualidad actoral, logrando el equilibrio entre forma y contenido. Wenses y Lala es un exquisito manjar de emociones, es alma y carne. Una obra para reír y llorar placenteramente hasta lograr la catarsis.
Esta obra llegará al Teatro Banamex y La Teatrería en enero.
7 billones de habitantes y yo sigo teniendo frío
Los integrantes de NADDA (Nicolasa, Arantza, David, Daniela y Alejandro) coincidieron en que existe algo que nos hace semejantes: Todos nos sentimos profundamente solos. NADDA decidió hablar de ello de una manera poco habitual; enfrentando al público consigo mismo. Este experimento escénico no ofrece respuestas sino muchas preguntas. Verse reflejado y reconocerse no es fácil, las historias son complejas y están cargadas de fantasmas que en algunos o varios momentos de la vida hemos decidido evadir.
En 7 billones de habitantes y yo sigo teniendo frío todo es tan genuino que no se sabe si lo que sucede está planeado o se ha salido de control.
¿Por qué si somos tantos habitantes en el planeta, nos seguimos sintiendo solos?
CSImpro: Una muerte en la ciudad
CSImpro es un espectáculo 100% interactivo donde el público y los actores, respaldados en la técnica de Impro, recrean un asesinato y se enfrascan en un juego para, entre todos, descubrir al asesino.
Un espectáculo de improvisación, funciones irrepetibles, comedia, y creación en directo. El conjunto de actores deben crear historias a partir de lo que el público proponga. Las piezas creadas se someten al veredicto del respetable, en una democracia teatral de la que sale cada noche un único ganador: el público.