‘Bonita’ sería una palabra fácil para definir a esta película que fundamentalmente pertenece a Saoirse [Shorsha] Ronan, sin embargo la cinta es tan diversa, ligera y profunda a la vez, que hasta los personajes secundarios son agradables, encantadores e importantes.
Christine es una diecisieteañera de clase media-baja que vive su último año de high school en un costoso colegio cristiano porque su madre es muy protectora y pese a sus carencias económicas, la quiere en un colegio seguro.
Lo más gracioso de todo es que ‘Lady Bird’, como Christine se hace llamar porque así le place, difícilmente podría formar parte de una escuela tan estrictamente religiosa puesto que ella es naturalmente rebelde.
Y no, no es que quiera retar a todo mundo, golpear a quien sea y/o jactarse de ser ‘la mejor’; simple y sencillamente no se encuentra satisfecha con lo que tiene, pero tampoco se hace la víctima y cree que se merece todo, al contrario, tiene sueños y metas por los que está dispuesta a luchar.
Sin embargo la vida es dura, nadie se lo tiene qué decir ella lo vive. Pues si bien sus carencias económicas no son monumentales, sí está consciente de que el siguiente grado escolar que le tocaría enfrentar, la universidad está a muy largo alcance.
Peor aún cuando no está dispuesta a quedarse en la facultad de su ciudad, ella aspira a las universidades más prestigiadas del mundo, sobre todo, en Nueva York.
Algunos de los tantos méritos de Lady Bird, además de las actuaciones, son el ritmo, el guión y su ambientación.
La película es tan ágil que hasta sus dramas son disfrutables. Puesto que los diálogos nunca suenan a conferencias motivaciones aunque sí son sumamente provocativos.
Los romances tampoco son melosos o absurdos, se hacen las estupideces que todos hemos cometido pero de forma tan natural y auténtica que de la misma forma se solucionan o superan.
En resumen, desde luego que Lady Bird es una de las ‘mejores películas del año’, y lo mejor es que puede ser apreciada por adolescentes, jóvenes y adultos puesto que también aborda aspectos parentales que solamente como hijos casi nunca apreciamos, valoramos y comprendemos.
Por: Ángel Caballero (@AngelReject)
Fotos: Especiales