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No cabe duda que en México tenemos uno de los sistemas carcelarios más precarios, lamentables y asquerosos del mundo. Pues de hecho viene precedido por un sistema judicial corrupto, mediocre y comodino. Por eso es tan importante la existencia de películas como La 4ª Compañía.

Esta cinta perfectamente ambientada en la Ciudad de México de finales de los 70 y principios de los 80, nos adentra en el penal de Santa Marta Acatitla. Ahí llegará Zambrano (el ganador del Ariel a ‘Mejor Actor’, Adrián Ladrón), un joven amante del fútbol americano feliz de estar en esa prisión pues sabe que allí juegan ‘Los Perros’, una de las escuadras más fuertes e importantes de dicho deporte.

Sin embargo, esos “canes” también son un escuadrón de internos que controla los vicios y privilegios de la cárcel en provecho de los directivos, así que tendrá que involucrarse plenamente si quiere tener el privilegio de jugar con ellos.

El entorno hostil y desagradable de la cárcel siempre está presente, pero el humor negro y las guarradas, logran que la cinta sea muy disfrutable.

Además cuenta con actores de primer nivel tales como; Hernán Mendoza (quien interpreta al descarado ‘Palafox’), Darío T. Pie (como el oscuro doctor ‘Florecita’), Carlos Valencia (como el agresivo e intimidante ‘Tripas’) y, desde luego, el siempre imponente Manuel Ojeda (dando vida a ‘Chaparro’ uno de los directivos más prepotentes del lugar).

Tal vez lo más importante del filme es que expone cómo desde los altos mandos gubernamentales, se tenía (¿tiene?) un control maquiavélico del penal; dejaban creer a unas decenas de internos que tenían el poder sobre sus iguales, sintiéndose superiores, cuando en realidad nada más los estaban usando.

De esta forma se tenía un manejo mucho más sencillo de la cárcel y, además, obligaban a estos ‘Perros’ a delinquir durante unas horas para ellos afuera de la prisión.

Por ejemplo, robo masivo de coches y asaltos bancarios, que daban (¿dan?) grandes dividendos a los hombres con verdadero poder. Como ‘El Negro’ Durazo, una de las figuras más simbólicas de la corrupción, impunidad y desfachatez de la policía mexicana.

Afortunadamente nadie se da cuenta que en realidad son sólo peones sirviendo a peones. Todos se creen reyes que creen tener el poder absoluto. Cuando solamente están esclavizados en libertad.

“En la cárcel no hay culpables. Ve y pregunta”, dice un prisionero en La 4ª Compañía, y aunque parece una broma cruel, la verdad es que debemos recordar que en los penales hay más pobres que ricos, más inocentes que culpables, porque la justicia en este país, es una prostituta que sirve al mejor postor.

Desafortunadamente la película es engañosa. Desde su póster promocional que dice “Donde no hay ley, ellos hacen las reglas”, lo cual realmente no es completamente cierto puesto que en realidad Los Perros sólo deben obedecer a las autoridades superiores del lugar.

También a la cinta le sobran unos 15 minutos porque alarga demasiado la historia, aparentando que será muy rebuscada, cuando en realidad es confusa en su tercer acto.

Pese a todo La 4ª Compañía es cine hecho en México de alta calidad que no solo entretiene, divierte y gusta; analizándola un poco más, revela muchos de los cánceres que enferman a nuestro país.

Por: Ángel Caballero (@AngelReject)
Fotos: Cortesías

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