Redacción
El pasado martes 4 de agosto inexplicablemente se concretó el cierre definitivo de todas las emisoras de corte musical pertenecientes a Grupo Fórmula, uno de los grupos radiofónicos más importantes del país sin que hasta este momento algún directivo haya hecho algún pronunciamiento al respecto y las verdaderas causas aún permanecen en el silencio.
Todavía para los periodistas especializados en materia de medios esto fue sorpresivo, sobre todo por el protagonismo en la vida pública de sus audiencias que comenzaban a cobrar sus diversos formatos en cada uno de sus géneros, particularmente el caso de Fórmula Rock y Radio Uno en el género juvenil y grupero respectivamente.
Incluso para sus colaboradores y empleados la noticia al parecer les cayó de súbito, toda vez que de forma individual en sus respectivas e influyentes redes sociales hicieron saber que preparaban con normalidad sus programas cuando fueron avisados de la decisión irrevocable por parte de la empresa que los micrófonos debían cerrarse.
Por lo que surge la pregunta ¿Cómo hacer circular la información de manera libre y horizontal, si los grandes consorcios y el poder siguen teniendo la voz, incluso a la fuerza? El silencio de Grupo Fórmula para cerrar los micrófonos es revelador, sobre todo porque no hay razones técnicas ni económicas para ello, si se toma en consideración la gran fuerza e identificación del público que ya tenía por los reconocidos colaboradores que vertían su potencial en ésos micrófonos.
Tras la noticia, muchos de sus radioescuchas protestaron, sobre todo porque se referían a éstas emisoras como el único valor agregado que podían percibir de parte de Radio Fórmula, empeñados en continuar con su formato de radio hablada que además es replicada en sus plataformas de AM y FM con los mismos programas sin darle opciones musicales a sus audiencias. La música independiente no quiere que los micrófonos cierren. Las contracorrientes tampoco; la vanguardia musical, las artes plásticas, la tecnología, los músicos que terminan su primer trabajo, los performers, los pequeños festivales, también los festivales grandes, las músicas del mundo, la poesía, el regional mexicano, el jazz, la trova, la música romántica ajena a los clichés comerciales, los artistas pop en ciernes, el silencio, incluso los órganos oficialistas afines confían en el poder que ejercían las estaciones musicales de Grupo Fórmula por la credibilidad que había echado raíz en su audiencia.
En sus trece formatos a diferencia de otras grandes emisoras musicales bien populares no se escuchaban los mismos temas todos los días, varias veces al día. Había variedad de verdad, novedades de verdad, y no nuevas canciones de sonidos de siempre; clásicos de verdad, y no viejas canciones que fueron populares en su momento; había libertad y no imposiciones de empresas que trafican con la música. Se ha muerto hoy una opción a la cultura, al rock, a la cumbia, al regional, al jazz y a todo el espectro musical en México que hoy se ha quedado sin un medio más.