Cuando un artista se deja el alma en el escenario el público no puede hacer menos que entregarse al máximo, de esta forma Fito Páez plasmó su poder en la primera de dos presentaciones que tendrá en el Teatro Metropólitan. Aquí una pequeña crónica de tan maravilloso espectáculo:
Son las 20:10 horas y el rosarino favorito de México hace estallar los primeros gritos eufóricos de la noche, con su “Cadáver Exquisito”.
Suena “Yo Te Amo” y el público que abarrota de lado a lado y de esquina a esquina el Teatro Metropólitan no pasa ni un segundo sentado.
“El tiempo pasa y las cosas se van amplificando de una manera u otra, entonces las cosas buenas quedan y quedan bien paradas, entonces vamos a poder tocar, después de 30 años ‘Giros’ en México”; expresa Páez, enfundado en un traje negro con camisa blanca y corbata oscura, en una de las muchas conversaciones que seguramente tendrá con su público.
“Sean bienvenidos una vez más a girar en ‘La Rueda Mágica’“, dice Fito antes de seguir haciendo cantar a más de tres mil almas en el Metropólitan.
Después de un espectacular intro de piano, Páez da paso a un solo no menos espectacular de su público en “11 y 6”.
“Voy a presentarles a alguien que amo muchísimo, si no hubiera sido por ella no hubiera hecho toda la música que sólo a ustedes les gusta: Fabiana Cantilo”, declara Fito al presentar a quien hace tiempo fuera también su pareja amorosa, e interpretan “Yo Vengo A Ofrecer Mí Corazón”.
“Gente Sin Swing”, melodía que en alguna ocasión cantó junto a su compatriota el no menos adorado Gustavo Cerati, demuestra donde están los fanáticos de verdad pues algunos de los presentes ya tomaron su asiento.
“Iba a traer a otro invitado pero por razones de fuerza mayor no pudo venir. Está fue la primera canción que hice con mi amigo Paulinho, ‘Hermano’“, confiesa Fito.
“Hace un mes que estoy aquí [la Ciudad de México] y no me van a poder sacar de este barrio tan fácil”, puntualizó Páez antes de interpretar otro de sus éxitos más longevos “Tumbas de la Gloria”.
Después de componer y cantarle a la mujer de su vida “Un Vestido y Un Amor”, Fito vivió 10 felices años de matrimonio, aseguró el nacido en Rosario, Argentina.
“Payaso”, con Fabi sola en el escenario mientras Páez se cambiaba de vestuario, mostró el lado más intolerante de los seguidores del rosarino pues prácticamente todos tomaron inmediatamente sus asientos. Poco después se escuchó un vulgar: “Venimos por él, no por ti”, de algún sujeto que evidentemente no aprecia los textos de Fito en la voz de otros cantantes.
Después de un descanso acústico, “El Amor Después del Amor” trae de vuelta al argentino a la tarima del Metropólitan, pero ahora vestido con pantalón y chamarra blanca.
Dejando momentáneamente el piano, Fito se vuelve más rockero y toma su guitarra eléctrica para entonar la poderosa “Naturaleza Sangre”.
“Si queremos, el futuro será para toda América Latina”, improviso Páez a la mitad de la acelerada y lúdica “Circo Beat”.
“Brillante Sobre el Mic” deja en penumbras el Metropólitan, todo para que el público de Fito se luciera iluminando el recinto con las lámparas de sus celulares.
Pocas canciones pueden ser tan importantes en el mundo de la música como “De Este Lado del Camino”; literatura hecha música que a lo largo de los años en lugar de perder fuerza es más poderosa. Personas que se están conmoviendo hasta las lágrimas y gargantas igual de entregadas que la de Páez, lo demuestran.
La potencia innata de “Ciudad de Pobres Corazones” evidencia, por enésima vez en la noche, la entrega, talento y espectacularidad de un cantautor que ya es inmortal.
“A Rodar” por poco hace que a Páez le lluevan una serie interminable de sudaderas, chamarras, toallas de sus fervientes seguidores que hacen rodar y rodar en el aire sus prendas. Y Fito sale de escena.
Para volver después de casi dos minutos de gritos y vítores que piden que el argentino no termine esta velada. Cerrando a todo vapor con “Dar Es Dar”.
Dos horas después de haber iniciado, “Mariposa Tecknicolor” marca el final de un concierto que demuestra que Fito Páez es una leyenda viva llena de entrega, pasión y corazón.
Por: Ángel Caballero