Son las 21:10 horas y el Coloso de Reforma está a reventar. Uno a uno van apareciendo en escena los integrantes de Zoé, y poco a poco van creciendo los gritos de su fanaticada aquí reunida aún antes de callar y dejar sonar: “Dos Mil Trece”.
Para “10 A.M.”, los asientos se han quedado vacíos… porque tod@s l@s presentes están de pie gritándole a esta casi clásica agrupación de rock.
“Muchísimas gracias a todos ustedes. Ya pasó más de un año del Foro Sol, muchísimas gracias por venir y sigan disfrutando”; fueron las primeras palabras de León Larregui, acompañado de los ensordecedores gritos de sus seguidoras.
Apenas es miércoles pero para muchos ya comenzó el “Fin De Semana” solamente por la presencia de estos rockeros, que bajo luces amarillas y rojas continúan deleitando a su apasionada audiencia.
Empiezan a sonar breves campaneos como de música para bebés, lo cual es el preludio para que los dos percusionistas en escena se luzcan, tocando al unísono y en diferentes tiempos, lo cual contrario a lo que podría parecer, suena de manera espléndida en “Últimos Días”.
Uno de sus máximos éxitos “Vía Láctea” no puede tener mejor acompañamiento que las luces de los celulares de cientos que hacen parecer al Auditorio Nacional una nocturna bóveda celeste.
Con un tempo bajo que hace resaltar las voces del público, empieza “Nada”, para dar paso a un buen acelere sónico que a la mitad vuelve a su velocidad normal.
Para volver a aumentar su estridencia con “Fotosíntesis”, canción que de hecho casi no tocan en sus presentaciones en vivo.
A “Arrullo de Estrellas” sólo le basta dejar sonar unas cuantas notas del sintetizador de .. para convertir el Coloso de Reforma en un recinto gutural. En el que ni la voz de Leon amplificada con un pequeño megáfono, es tan potente como las voces de su gente.
La balada rockera “Game Over Shangai” por fin deja que algunos asistentes descansen en sus butacas mientras que la mayoría corea sin cesar.
“Ahora les vamos a tocar nuestra canción más grupera. Un ritmo más guapachoso” asegura un Larregui ataviado con chamarra y pantalón de cuero, antes de que dos guitarras acústicas tomen el sonido protagónico en “Poli”.
Siete pantallas en el escenario, una enorme al fondo y las otras seis divididas en tres a los lados del escenario, se lucen en la interpretación de “Dead”; uno de sus más longevos éxitos que explota el talento en la guitarra eléctrica de Sergio Acosta.
Ahora tres guitarras predominan en la versión acústica de “Paula”, a la cual cuando se le suman las percusiones, se vuelve poderosa.
En una versión más rock “Labios Rotos” hace que el aliento que brinda el público sea al menos igual de fuerte.
“Con esta canción que viene ya llegamos al final” sentencia Larregui y entonces la gente vuelve a gritar, pero ahora para manifestar su inconformidad, por lo que los tranquiliza “Bueno, entonces ya llegamos al final de la primera mitad”, no sin antes interpretar “Cámara Lenta”.
Después de algunos minutos fuera de escena, Zoé vuelve a las 22:30 para continuar con su recital, que inclusive reanuda hostilidades a base de una especie de intro-electro que hace que no todos se vuelva a parar sino que los disfruten desde la comodidad de sus butacas.
Cuando llega el turno de “Luna”, el ánimo de la gente vuelve a estar al ciento por ciento.
“Esta rola también hace tiempo que no la tocamos pero a ver que tal”, confiesa León y hace que la gente se vuelva loca con los primeros acordes de “Reptilectric”.
Bajo luces celestes ideales para darle un toque onírico a la canción, “Soñé” también hace patente la buena combinación de percusiones.
Para “No Me Destruyas”, luces rojas y moradas iluminan el escenario en contraste con las dos pantallas a los lados que han proyectado a la banda durante todo el concierto en blanco y negro.
“Hay que ser rebeldes y luchar todo lo que podamos” pide Larregui antes de interpretar la última canción de la noche; “Love”, con la cual las más de 10 mil almas congregadas cantan hasta desgarrarse las gargantas.
De esta forma Zoé dio inicio a una tetralogía de conciertos en el Auditorio Nacional que promete no defraudar a ningún fanático de una de las bandas más icónicas del rock hecho en México de las últimas décadas.
Por: Ángel Caballero
Foto de portada: Marko Sauce