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El amor es el gran protagonista de la historia de la humanidad. Por el amor entre un hombre y una mujer es que han habido guerras e imperios han caído; enemigos se han reconciliado y desafortunados han muerto en su búsqueda. Yukio Mishima propone en El rumor del oleaje recordar la imagen del primer amor, sentimiento transparente entre dos seres liberados de prejuicios, pero no de una sociedad inmersa en la rutina.
Shinji es un joven pescador que debe mantener a su madre y su hermano. Un día, mientras trabaja, mira en la playa a una niña que capta su atención y que después averiguará que es Hatsue, hija de Terukichi Miyata que acaba de volver luego de vivir un tiempo fuera de la isla. Tío Teru, como lo conocen, es uno de los hombres más ricos de la isla Utajima, donde la sociedad conserva sus tradiciones y se mantiene alejada de las creaciones de Occidente.
Un día el chico va a un santuario y hace una petición al dios del mar tanto porque pueda hacer bien su trabajo como que un día pueda tener una novia hermosa y de buen corazón como Hatsue, lo cual se hará realidad pese a las diferencias económicas de los dos jóvenes. Sin embargo su relación despierta los celos de Yasuo Kawamoto, líder de la Asociación de Jóvenes, y de Chiyoko, hija de los vigilantes del faro del lugar y que está convencida que es fea.
Chiyoko estudia en Japón, pero vuelve por unos días a Utajima. Está enamorada de Shinji, por lo que siente envidia por la pequeña Hatsue. Una noche los ve a ambos y crea un rumor que cuenta a Yasuo, quien quiere casarse con la hija de Miyata. Por esa razón comienza a difundir lo que la joven le contó y destruye el honor del joven, quien pese a tener a la sociedad en su contra buscará limpiar a su familia y poder estar junto a su amada.
Si bien esta novela es fácil de leer, Mishima manifiesta los valores de la tradición japonesa y la inquietud del autor porque la comunidad conservara los valores e ideas milenarias alejadas de la influencia que ejercieron países occidentales, en especial de Estados Unidos, nación que ocupó las islas de Okinawa tras la Segunda Guerra Mundial.
El autor también plasma la inquietud porque esta modernización y consumismo capture a las personas más jóvenes, como sucede con Hiroshi, el hermano menor de Shinji que viaja a Kyoto y Osaka durante seis días y que cuenta a su madre detalles de su excursión escolar con mención especial de su visita al cine, lugar al que la espera llevar algún día.
Algo que también queda muy marcada es la jerarquía dentro de la comunidad japonesa, pues Shinji ocupa el máximo lugar dentro de su familia, pero dentro de la Asociación de Jóvenes tiene respeta y escucha a Yasuo, quien es mayor por un año. Esto también se refleja en el personaje de Terukichi.
Desde la rutina y el pensamiento de la sociedad hasta el mundo de los personajes hacen que El rumor del oleaje sea un retrato del Japón tradicional acosado por una ola de ideas nuevas que buscan entrar a la isla para hacer cambios.
La obra de Mishima no es sólo una cuestión política, sino también una de las historias de amor más sinceras que se hayan escrito. Es ese valor el que, pese a tener una cosmovisión nipona, permite una conexión con el lector universal. Un amor sincero, transparente, sin un toque de malicia.
Pese a ser unos niños, Shinji y Hatsue demuestran la gallardía de estar solos frente a una sociedad que los mira con ojos de deshonor. Su amor es el más puro que puede haber, el más inocente al estar solos, frente a frente, desnudos frente a una fogata sin tocarse. Los pequeños lo que demuestran es la perseverancia y el trabajo para encender un amor, sentimiento que no sólo es capaz de vencer a la comunidad, sino también la fuerza de la naturaleza y los dioses.
El rumor del oleaje nos adentra en un susurro al Japón místico y tradicional, una isla universal donde el ser humano queda desnudo y se sumerge en la magnanimidad de la gran ola de sus raíces.
Por: Humberto de la Vega
(@RevistaExt)
