Por Néstor Ramírez Vega
@NestorRV
El tiempo es una espiral. Hechos parecidos a los ya vividos suceden únicamente diferenciados por algún elemento externo como la economía, la moda, aun la tecnología y el lenguaje.
Esta teoría puede sonar pesimista, pues la historia del hombre se reduce a la búsqueda de la libertad, ese bien inmaterial que, acompañado de la esperanza, es capaz de mover al que está abajo, con las manos atadas, con las lágrimas endeudadas.
El comprender nuestro presente a través del pasado resulta práctico en los tiempos (des)informáticos. El libro La terquedad de la esperanza, del ensayista y periodista Marcos Daniel Aguilar, trae a nuestros tiempos a una generación de jóvenes interesados en revalorizar el espíritu humano: el Ateneo de la juventud.
Aguilar trae a la vida al maestro Alfonso Reyes en menos de 100 páginas. Destacado intelectual de su época, Reyes, junto con los demás jóvenes del Ateneo de la juventud, hicieron una revolución del pensamiento, la cual haría frente al positivismo adoptado por el régimen de Porfirio Diaz.
El desarrollo de los ensayos es amable, pudiendo el lector identificar a cada personaje y entender el porqué de sus ideas y el rumbo que tomarían. La última parte del libro rompe con los escritos previos, pues a través de una prosa poética, Aguilar desarrolla todo un ensayo sobre la gente y es capaz de dar vida a un Reyes que es capaz de interactuar con las redes sociales.
¿El espíritu humano necesita recuperar la esperanza? En una época en que la tecnología y la ciencia son los guías de la humanidad, es necesario revalorizar el papel del arte, el conocimiento, la enseñanza y los cambios de la sociedad.