Por Néstor Ramírez Vega
@NestorRV
El Principito pareciera ser una de las publicaciones que debiera leerse en algún momento de nuestra vida, una de esas denominadas lecturas obligadas por su contenido y porque, cual aviador, labor que ejecutaba su autor, Antoine de Saint-Exupéry, permite que el lector vuele no sólo en este planeta, sino por un universo de estrellas y asteroides de papel.
La última cinta fue tan esperada que, en su primera semana, la ubicó en el segundo lugar de la taquilla, sólo detrás del 007 mexicano. La historia la conocemos por el libro (que no pasa las 100 páginas), pero la versión hecha para esta adaptación deja con una sensación extraña.
Aunque el final del libro impacta por no ser deseado ni esperado, la adaptación continúa con la incógnita que el narrador se hace en las últimas líneas de la publicación, pero deja con una inconformidad al mostrar cambios no deseados, incluso que van contra la naturaleza de El Principito.
¿Cuál es la naturaleza de El Principito? Comparte algunas semejanzas con Peter Pan, pero aunque en esta narración está abierta el proceso de crecimiento, lo más importante es la conservación de una mente abierta, ágil, traviesa, imaginativa como lo es un niño.
A medida que nos desarrollamos la imaginación que teníamos se pierde, las prioridades cambian y nos inundamos en un mundo de mecanicidad en el trabajo. La crítica a la “madurez” y la pérdida de la inocencia es lo que hace de El Principito una obra para niños, pero sobretodo para adultos.
El crecimiento es uno de los elementos que gira esta adaptación. La madre planea la vida de la pequeña que entrará a una prestigiada academia; sin embargo, durante su examen, la niña es incapaz de controlar sus nervios y se desmaya. El afán de la madre porque su hija entre a la escuela motiva que cambien de casa, teniendo como vecino a un señor fuera de lo normal y que no encaja con la grisácea comunidad.
La adaptación de El Principito no es buena ni mala, es gozable, rescata los momentos importantes y emotivos del libro. Eso sí, es la mejor película para ver este fin de semana en familia y, posteriormente, acercar a los niños a la obra de Antoine de Saint-Exupéry.