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Redacción
@RevistaExt
Un violín, un acordeón y tres voces aparecen como antídoto al frío escandinavo. Sus letras y acompañamientos traen a la mente los ritmos de los gitanos de las películas. El grupo Taraf de Haïdouks vendrá desde Rumania a la XLII edición del Festival Internacional Cervantino.
A pesar de las diferencias de las tradiciones y sobre todo del lenguaje, Stéphane Karo, líder de la agrupación, aseguró que “la gente percibe las palabras, pero el cerebro disfruta la voz. En nuestra música no se necesita entender todo”.
Con un repertorio neto de 150 canciones tradicionales, Taraf de Haïdouks tocará en la Alhóndiga de Granaditas música del sur de rumania: “cantos épicos e historias de melodías simples. Son cantos de amor, sobre las mujeres y la vida cotidiana”. En el sur de dicho país, los músicos son considerados artesanos y funden como maestros.
“La mayoría de los músicos de Taraf son personas rom (gitanos). Es un pueblo cuya presencia en Europa data de hace 400 o 500 años. Han enriquecido la música y han desarrollado una poética porque cada intérprete, a lo largo de los años, le ha agregado algo a una pieza”, agregó el líder de la agrupación.
Karo afirmó en conferencia de prensa que la mezcla de la música tradicional con estilos contemporáneos no es más que mera tecnología pues no hay una transformación, sino sólo un collage; mientras la música balcánica tiene variaciones la electrónica no las posee.
Contó que a las nuevas generaciones sí les gusta la música tradicional, pero los niños están muy influenciados por la música estadounidense: canciones que hablan de tener dinero, mujeres y poder. El panorama es difícil para un pueblo en cuyo país poco a poco se está dejando de hablar en romaní.
