Las adivinanzas como un enigma, como uno de los orígenes primigenios de la palabra; impulsora de mitos constructores de imperios y lecciones atemporales. Con estas características la poeta Roxana Elvridge dibujó a las adivinanzas que construyen el libro ¿Qué comes que adivinas?, de Elva Macías.
Editado por Resistencia, esta publicación aborda las adivinanzas con un lenguaje lúdico y sencillo; combina el ritmo y la rima de las palabras con imágenes poéticas para que los niños las comprendan. Sin embargo, las adivinanzas no son exclusivas para los jóvenes, sino es un juego de toda la vida.
Las adivinanzas fueron escritas por Elva Macías, mientras las imágenes fueron plasmadas por Gabriel Gutiérrez. La síntesis creativa de los creadores favorece la apreciación de las adivinanzas sin alterar el carácter mágico de estos juegos de palabras.
La obra está dividida en cinco secciones: Qué comes que adivinas, El parque de las adivinanzas, Los animales hablan, La danza de las cosas, y El tiempo que pasa.
Elvridge-Thomas recordó que la palabra adivinanza tiene su étimo en referencias religiosas, como develar un misterio a partir de un don divino. Los acertijos que la Esfinge de Tebas expresó a Edipo, los enigmas de las pitonisas del oráculo de Delfos, así como la ópera Turandot, de Giacomo Puccini, fueron algunos de los ejemplos que recordó la poeta para mostrar cómo es que las palabras han dado lecciones a las personas durante siglos.
¿Qué comes que adivinas? invita a la diversión, pero también a volver al origen mágico de la palabra con su poder ambiguo y polisémico.
Por: Néstor Ramírez Vega (@NestorRV)