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“Miscelánea fílmica” recoge el trabajo visto, y el no visto, del cineasta suizo Alain Tanner. Foto: Néstor Ramírez

El trabajo no narrativo de Alain Tanner es abordado en Miscelánea fílmica, libro editado por la Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC). En la presentación del libro Jorge Ayala Blanco, Rodolfo Peláez y el fotógrafo Toni Kuhn hablaron desde diferentes puntos sobre el impulsor del nuevo cine suizo.

En el libro traducido por Miguel Bustos García, Alan Tanner “nos recuerda sus películas, las que hemos visto y las que nos faltan por ver”, aseguró Toni Khun. Agregó que los escritos del cineasta muestran una manera ingenua, creativa y modesta de trabajar en el cine.

“¿Será que quiere que sus películas no tengan una estructura dramática? ¿Será que quiere darle codazos a las convenciones?”, cuestionó el cinefotógrafo, quien además invitó a comparar el trabajo de Tanner con el de Rubén Gámez en La fórmula secreta por la negación a una narración, sino los deseos de sus actores.

Rodolfo Peláez comentó que la carencia de estructura en la obra de Tanner habla acerca del distanciamiento en muchas de sus relaciones con el cine. El jefe de publicaciones del CUEC afirmó que el libro ofrece “líneas puntuales y mesuradas, con el tono terso de una conversación donde el mayor deleite es un distanciamiento de los hechos mismos que nos narra”.

“Como si no se trataran de sus memorias, de su manera de ver el cine y haberlo hecho, de haber propiciado el entonces nuevo cine suizo a principios de los 60, cuando todo cine era nuevo en una Europa aún de postguerra y la participación social reclamaba al mismo tiempo un pronunciamiento individual”, agregó Peláez.

Jorge Ayala Blanco habló sobre los planteamientos poéticos en las películas de la época dorada de Tanner, las cuales llegaron tardíamente a México y escasamente a los festivales de cine, donde aparecían vagamente.

Especificó que el trabajo del suizo es de importancia porque influyó en el trabajo de los mexicanos, incluyendo a Alfonso Cuarón, quien nombró a su hijo Jonás como homenaje a la película de Tanner de 1976. “Se da uno cuenta de la influencia que tuvo en cierta superestructura cinematográfica, consciente intelectual, a pesar de que muy pocas de ellas llegaron realmente a la cartelera” y eran especialmente de consumo elitista, lo cual hubiera repudiado Tanner, señaló el crítico de cine.

Ayala Blanco abordó el filme Carlos vivo o muerto, donde habló que el personaje paga con su libertad su búsqueda de la libertad, elemento retórico que le encanta a Tanner. Apuntó que la película termina con Carlos vivo ni muerto, pues está en el manicomio, lo cual representa una forma de enfrentarse a la sociedad por su proyecto liberador.

El crítico contó que el nuevo cine suizo tuvo por característica que sus personajes no eran predeterminados psicológicamente, “no podemos decir que este personaje tiene problemas de tal tipo”, porque estaban sobre determinados por su búsqueda de la libertad, la búsqueda de la libertad con la posibilidad de cambio, de regenerarse a si mismo y de reinvención.

Por: Néstor Ramírez Vega (@NestorRV)

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