Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño, es una radiografía de toda una generación, la de aquellos jóvenes que liberaron sus voces a través de la poesía o cualquier manifestación narrativa; sin embargo también es la búsqueda de un significado, del escape del pasado y a una convulsa realidad.
Publicada a finales de los 90, la reconocida obra del autor chileno tiene ciertos roces con Rayuela de Cortázar. Contrario al pensamiento de ser mejor una que otra, lo cual responde a una mera subjetividad, cada una de ellas posee su propia voz, su propio estilo. Uno lleva su narrativa hasta las últimas circunstancias, mostrando como los cronopios un mundo de juego; el otro da voz a tantas personas que rompen la línea entre realidad y ficción ante su cercanía a la entrevista periodística.
Aunque el viaje de Arturo Belano y Ulises Lima les permite conocer ciudades del mundo, trasciende la urbe donde inicia la primera parte del libro: la Ciudad de México.
De alguna forma es el punto donde inicia la travesía y también termina. Será un viaje para encontrar a Cesárea Tinajero, un escape de unos delincuentes o del destino, pero también lo es para descubrirse, entender sus demonios y sus deseos.
El mapa que realiza por las calles de la Ciudad de México resulta exquisito, en especial porque aborda las distintas realidades de la entidad: desde lo exquisito de las colonias Roma y Condesa hasta el barrio que es la Guerrero o Centro. El pasaje de cuando Juan García Madero y María Font caminan en la colonia Guerrero y encuentran a Lupe resulta una fotografía de una situación que se vive hoy día en una de las localidades que destaca por sus niveles de prostitución, mismo que los vecinos conocen las 24 horas.
¿Qué tan distantes estamos del México de Los Detectives Salvajes? Al leer la obra pareciera que hablamos del México de hoy, donde la venganza y el narcotráfico es lo de cada día y cuya mano alcanza cualquier extremo del país. Esta situación la vemos durante los años en que transcurre la novela (1976-1996), años en que surge la organización del narcotráfico como hoy lo conocemos.
La obra de Bolaño permite varias lecturas debido a la multiplicidad de voces, las sub historias y la estructura del libro, misma que resulta una organización creada por paréntesis temporales, la cual nos cuenta el presente y el porvenir de los jóvenes.
La mezcla de personajes ficticios y otros de la vida real como Monsiváis y Octavio Paz vuelven más real esta obra. Causa un sentimiento de contrariedad ver la evolución de la Ciudad en esos 20 años, pero también lo que permanece. Así como podemos ver a un Paz fuerte dentro del círculo poético, también lo vemos a uno próximo a la muerte caminando en el Parque Hundido.
Los detectives salvajes es una obra que explora los límites del lenguaje, pero también las semejanzas de la humanidad en todo el mundo, sus miedos y demonios. Los fantasmas permanecen en una ciudad que vive de los recuerdos que duermen en un Chevrolet Impala.
Por: Néstor Ramírez Vega