Dios existe y está en la Tierra. Específicamente en Bruselas, Bélgica. Dios es un mugroso con bata y chanclas. Pero su aspecto no es tan desaliñando y asqueroso como la actitud que tiene hacia su familia. Dios vive con una esposa sumisa a la que apenas tolera y con Ea, su encantadora hija quien tiene que soportar vivir con un ser tan despreciable y ordinario. J.C. (así le dicen a Jesucristo) no está con ellos… aparentemente.
¿Todo lo anterior te parece disparatado, absurdo o ridículo? No puedes estar más equivocado. Jaco Van Dormael es el director de El nuevo Nuevo Testamento (Le tout nouveau testament), un filme que sin llegar a ser tan subversivo como podría, es extraordinariamente delirante.
Van Dormael es un cineasta que el siglo pasado nos dio El Octavo Día (Le huitième hour), un bello drama humorístico sobre el encuentro entre dos mundos: el de Georges, un hombre con Síndrome de Down, y el de Harry, un ejecutivo común y corriente. Y versa sobre ese día de la semana que no existe en ningún calendario, confrontándonos con el orden y la anarquía, la razón y la locura.
Conceptos que retoma en El nuevo Nuevo Testamento, de una manera que inevitablemente recuerda a otra extraordinaria cinta de este nuevo milenio, La Danza de la Realidad, del muchas veces incomprendido pero igualmente majestuoso, Alejandro Jodorowsky.
Así, Van Dormael fabrica esta hermosa locura, en la que además emplea música extremadamente melancólica y al mismo tiempo fantástica (la cual va desde Jean-Philippe Rameau, Henry Purcell hasta Franz Schubert), tal cual son los apóstoles que Ea (inolvidable y cautivante Pili Groyne) se propone reclutar para escribir otro capítulo a una biblia que en realidad no es debidamente conocida ni mucho menos respetada.
Ella también desencadena una serie de inhabituales sucesos cuando, a través de la computadora de escritorio por la que su padre controla su creación, les hace saber los años, meses, días, horas, minutos y segundos exactos que les quedan de vida.
Y, al darle a los hombres la consciencia exacta de su su muerte, éstos harán (o al menos empezarán a trabajar en ello) realidad su más grandes sueños, los cuales a su vez pueden ser sólo caprichos o se enfrentarán a las limitaciones propias y naturales de esos ideales que no están muy bien pensados.
El nuevo Nuevo Testamento; un largometraje que con humor negro, por momentos hasta cruel, nos hace meditar sobre aspectos de nuestras vidas tan importantes como adversos; la soledad, el amor, la familia, el sexo, la belleza, el odio, la naturaleza y, por supuesto, la muerte. Y sí, contrario a lo que parecería no es religiosa, tal vez por eso sea tan gloriosa, aunque de haberse adentrado en esos aspectos sería perfecta.
Por: Ángel Caballero (@AngelReject)
Fotos: Cortesía