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El mundo fantástico del horror posee entes que construyeron una irrealidad verosímil, difusores de la realidad, llevando al ser humano a cometer atropellos y perder la cabeza en un sueño.
La película La Bruja, de Robert Eggers, revive la leyenda inglesa del ser que es esclavo de satanás. La cinta se sitúa en 1630, época en que hay un alto nivel religioso.
Una familia creyente en la moral cristiana es expulsada de su tierra porque el padre difunde su pensamiento religioso y el evangelio. Él y su familia vivirán en la periferia del bosque, donde la desaparición del vástago más pequeño desencadenará una serie de sucesos perturbadores.
Quienes asistan a la película para tener una experiencia que no los deje dormir, deberían entrar a otra sala. La Bruja no es mala película, sino ahonda más en el carácter documental de la leyenda.
Hay secuencias que llegan a puntos de suspenso donde irritarán las decisiones de los personajes, así como escenas transgresoras que sólo se han visto en pesadillas.
La cinta hace una detallada definición de los personajes, en especial en la carga psicológica y moral. Cada miembro de la familia representa un pecado, desde el orgullo hasta la incipiente lujuria de la pubertad. Estas características los llevan a caer en sus pasiones, prestando oídos sordos a los demás y expulsando a sus demonios a la tierra.
Thomasin (Anya Taylor-Joy) es una chica que está pasando a ser mujer. Acepta que tiene errores y hace oración para ser salvada de sus pensamientos. Dentro de su entorno pareciera la persona con una moralidad más alta, o al menos más congruente con sus pensamientos, por lo que todos los sucesos le atacarán y volverán frágil ante una situación que está fuera de su alcance.
No se trata de una cinta moral o religiosa, La Bruja retrata la vida bajo un sistema de creencias imperante, donde la mujer, siendo o no hechicera, está condenada por su cuerpo y el pecado original. ¿Aunque el sistema religioso ha caído, cuánto hemos avanzado en sociedad para estar lejos de esas concepciones machistas? La bruja vuelve después de tres siglos para dejarnos un mensaje que seguimos sin entender.
Por: Néstor Ramírez Vega (@NestorRV)
