El adjetivo “intelectual” se ha vulgarizado en nuestro país; se volvió un vicio del lenguaje por su uso excesivo, un término tan gastado que terminó siendo sinónimo de prepotencia del saber. El premio: sentirse superior y humillar a todos alrededor repitiendo, aleatoriamente, argumentos sinsentido. Para lograr esto, el camino más seguro es repetir lugares comunes. Hoy ese lugar está lleno de humo.
Las reacciones que generó el puño de Miguel Herrera en el cuello de Christian Martinoli, explican claramente por qué el puño de Miguel Herrera se posó cobardemente en el cuello de Cristian Martinoli. El enfado, enojo y la indignación abanderan la respuesta de la sociedad.
En las redes sociales somos adictos a tener la razón, creemos poder cambiar lo que los demás piensan y estamos ávidos de aceptación. La libertad de expresión empieza a parecer sólo un mascara que encubre la intolerancia. Se repite mil y un veces que no merecemos este gobierno, y hoy no merecemos a Herrera como Seleccionador Nacional; sin embargo, me da miedo el “merecemos”, a veces pienso que lo que pasa lo “merecimos”.
Al ver a Herrera soltando y fallando un golpe a Martinoli vemos que la falta de puntería en el equipo viene desde arriba. En apología de cualquier comentario de Christian, Herrera perdió la cabeza. Cuando la indignación y la ira superan el intelecto, la violencia es la respuesta más próxima. La violencia no se limita a ser chabacano, mediocre, bravucón y vulgar como lo es “el Piojo”, también se refleja en los aplausos de sus expupilos, en justificar el enfrentamiento físico porque no me gustan las declaraciones de los periodistas.
Miguel Herrera tiene la memoria tan corta como sus compatriotas. Le gusta dar (sin albur) pero se va a los golpes cuando le tiran. Hace un par de años sus palabras fueron las siguientes: “Y hoy en día, me queda claro que de seguro le gusto, por sus desviaciones sexuales, de seguro le gusto, porque no para de darme, nada más habla de mí en sus columnas”, refiriéndose a Mejía Barón. Nunca vimos a Barón amenazando la integridad física de “Don Piojo”.
Mejía Barón había tomado la decisión de dejar a Herrera fuera del Mundial de Estados Unidos 1994. “No puedo llevar una granada a la cancha que me explote en cualquier momento”, esto tras los continuos incidentes violentos en los que el estratega se veía inmiscuido: una patada criminal a Dolmo Flores en el estadio Azteca, más una pelea contra un aficionado en León lo dejaron fuera del certamen.
Para Herrera la única persona que no veía las cosas como él era un pendejo (corrijo al momento, para la mayoría de los mexicanos las personas que no piensan como nosotros son unos pendejos).
Hoy eres un pendejo si no piensas que el ridículo que protagonizaron “Piojo padre” y “Pioja hija” en el aeropuerto de Filadelfia es una cortina de humo para desviar la atención de “la apreciación del dólar”, y que “la apreciación del dólar” es una cortina de humo para desviar la atención de la fuga del Chapo Guzmán, que a su vez es una obvia cortina de humo que el “maldito gobierno represor” ideó para desviar la atención de la “Privatización del IMSS y del ISSSTE”, pero dicha privatización es una cortina de humo utilizada para que olvidemos la “Privatización de la Educación.” Momento. ¿La privatización de la educación no era una cortina de humo para dejar de hablar de Ayotzinapa?
Hoy todo nos indigna, todos nos parecen pendejos, hoy nos sentimos intelectualmente superiores a todos, hoy, a falta de argumentos, resolvemos todo a base de insultos y puñetazos, hoy todo es una cortina de humo. De hecho esta columna es una cortina de humo. ¿Para desviar la atención de qué? Para lo que a usted le indigne lo suficiente para salir a aplanar pisos.
Miguel debió rezarle a San Temo de Cuernavaca para que le hiciera el mismo milagro que a él, cuando le puso un madrazo a David Faitelson.
¿Christian Martinoli sobrepasó los límites de la libertad de expresión? ¿Tengo autoridad moral para criticar a Martinoli cuando soy complaciente con la censura de la que también soy víctima?