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Consulta Popular: Procesos electorales como el del 2000 que llevó a la alternancia en el poder en México (aunque el sexenio desilusionó a muchos) y la elección de 2018, con una avasallante participación para que la izquierda llegara a la presidencia, parecen demostrar que el País tiene una democracia fuerte.
Sin embargo, la participación mínima (de alrededor del 7%), aunque importante, en la consulta popular sobre los ex-presidentes (o sobre decisiones del pasado, como acopló la Corte) se traduce en que los mexicanos estamos conociendo una nueva faceta que exige un compromiso mayor con la vida política.
El ejercicio democrático del 1 de agosto es inédito para México y así lo demuestra la historia. En Chile, en 1988, el plebiscito convocado por el dictador Augusto Pinochet no solo terminó con uno de los regímenes más violentos de la historia, también dio paso a la transición democrática de ese país.
Colombia en 2016 nos muestra otro claro ejemplo con la consulta convocada por el ex-presidente Juan Manuel Santos sobre los acuerdos de paz con las FARC, que obligó al Gobierno a renegociar con los partidarios del “no” el posterior acuerdo. La herida por la guerrilla colombiana buscó la sanación escuchando a quienes la padecieron.
Nuestra democracia tiene grandes y terribles episodios (1988 y 2006), pero sigue en constante crecimiento. Esta consulta popular sobre enjuiciar los actos políticos de los ex-presidentes es solo el inicio de un continuo aprendizaje para los mexicanos. No sería justo dejar al INE todo el trabajo, es un llamado a la participación informada de la sociedad y no sólo de los afectados por las malas gestiones.
Dicen los opositores que la ley no se consulta, se aplica. Pero, ¿para quién sí aplica la justicia (o injusticia) en este País? ¿Para el joven sometido por el narcotráfico y castigado por el sistema? ¿Para quien tiene que pagar en la cárcel una condena impuesta mediante la tortura de quien tendría que vigilarnos? ¿Hay sólo justicia para el rico y el poderoso?
Es posible que esta consulta popular no logre ser vinculatoria (entre otras cosas por lánguida convocatoria de las autoridades electorales), pero es la oportunidad para que los mexicanos podamos decir hacia adelante que estamos cansados de gobiernos corruptos y de gobernantes a los que la ley no los toca, y de afianzar un mecanismo democrático donde nuestra voz se imponga.
Carlos E.M. (@RevistaExt)
Fotos: Especiales
