México Tiene Talento fue un show que en su primera temporada nos impactó con la presencia de un artista nato, Pablo López. Quien afortunadamente resultó ser el ganador indiscutible de dicho reality.
Y sin embargo la empresa que transmitió dicho programa, que le dejó millones de dólares en ganancias gracias principalmente a López, solamente le dio un millón de pesos. Ningún seguimiento a su carrera musical, ni mucho menos apoyo promocional a su único disco: Pablo López es Jahvel Johnson.
Otra ejemplo de la enorme escasez cultural de “la clase alta” en México que controla a Azteca, quienes tenían la posibilidad de hacer de López un ídolo mundial (http://verne.elpais.com/verne/2014/10/30/articulo/1414652006_000092.html), pero que no han querido hacerlo, ni querrán, porque su mundo es muy pequeñito.
Jahvel Jhonson –cuyo significado dice que es “Dios es Hermoso”–, cantaba en el Sistema de Trasporte Colectivo Metro (STCM) y ahora ni eso puede hacer pues el contrato que firmó con la trasnacional Sony Music se lo impide y sólo puede estar a la espera de contrataciones para shows que puedan entender tan portentosa voz.
Además, su ya mencionado álbum debut no pasa de ser una muestra de poco más de 30 minutos de duración que, de no ser por la magnífica voz de López, pasa sin pena ni gloria… como lo ha hecho. Porque sus arreglos musicales son terribles; suenan viejos, básicos y repetitivos.
Salvo honrosas excepciones como “Old Time Rock And Roll“, “When A Man Loves A Woman”, “Vehicle”, “Sex Bomb” y “Crazy”; que sobresalen por la infinita capacidad de Jhonson, quien con sus variaciones tonales y rasgaduras vocales, propias de un ser que es capaz de expresarse desde sus entrañas, nos deja atónitos.
Desafortunadamente, debido a su historia personal y desarrollo infantil –a los cinco años se perdió de sus padres, acabó en un reformatorio estadounidense, adoptado por mormones en Utah, después enviado por ellos mismos a la Ciudad de México, donde vivió ocho años en la calle y terminó adoptando fervientemente un camino religioso–, Pablo es una persona muy conflictuada y, por lo mismo, retraída.
De cualquier forma, si fuéramos un pueblo culto todo eso debería de pasar a segundo termino y ser un revulsivo para hacer patente en millones de personas que Pablo López no es un producto prefabricado, sino un ser que está más allá del bien y el mal; él trasciende universos y puede trasformar vidas tan solo con el sonido de su voz.
Por: Ángel Caballero