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Por Néstor Ramírez Vega
@NestorRV
Huberto Batis el editor, el crítico literario, el investigador, el fotógrafo, el amigo, el “maestro de maestros”. El Instituto Nacional de Bellas Artes reconoció el trabajo de Batis, quien estuvo al frente del suplemento Sábado del periódico unomásuno, de la Revista de Bellas Artes, y fue docente durante 57 años en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Durante su estancia en el periódico fundado por Manuel Becerra Acosta conoció y abrió las puertas a Guillermo Fadanelli, Miguelángel Díaz Monges y Julio Aguilar, quienes estuvieron a cargo de este homenaje al que Batis no pudo acudir por instrucciones médicas.
En un video que proyectaron al inicio del reconocimiento, Batis habló sobre la neumonía que padeció, la docencia y los problemas de las instituciones culturales y políticas de México. “Estoy en presencia virtual gracias a la tecnología que puede venir. Se trataba que estuviera yo presente, dialogando con los que van a hablar o con el público, pero no fue posible porque… no hay presupuesto para las instituciones de cultura. Hay presupuesto para todo, menos para esto, no tiene los medios”, aseguró en la grabación proyectada.
El escritor Mauricio Montiel, quien moderó la mesa, aseguró que Fadanelli intervino para que su relación con Batis fuera de amistad y respeto, aún cuando el primero quedó al frente del suplemento de unomásuno y dejó al último como asesor de dicho espacio.
Fadanelli recordó que la mirada de Batis “te desnuda, siempre te tiene paciencia, pero en su mirada, se adivina, que está harto de lo que estás diciendo”. También explicó que “él prefería la difamación, el chisme. Truman Capote decía los chismes también son literatura. Chisme como digresión y evocación socrática, que regularmente nunca se comprendió demasiado en el medio cultural mexicano y se le crucificó tantas veces por ello”.
Señaló que quien fue el primer editor de la Revista de Bellas Artes invoca todo el tiempo a la muerte. “Sufro media hora, la lista de todos sus males y desgracias, y enseguida empezamos a hablar mal de los amigos” para mostrar sus vanidades e ideas de poder, una manera de traerlos a la mesa.
Díaz Monges definió a Batis como un lector de mirada de águila y muy puntilloso con todas las palabras y signos de puntuación. Agregó que “nos hizo sentir que la literatura era importante, que la literatura era un mundo difícil, violento, pero también amable y agradable y valía la pena de ser vivido”.
Julio Aguilar rememoró la faceta fotográfica de Batis, cuyo archivo “nos pone en riesgo a un montón” porque el editor se dedicó durante décadas a fotografiar su sexo literario; “donde todos tenemos como en el CISEN, un expediente en el archivo de Batis”.
Aguilar dijo que Batis ha enseñado a valorar lo que es la literatura viva a través de su quehacer cotidiano. Además, “nos ha mostrado, a través de ese quehacer, a ver la importancia de cosas que en la Academia a veces no se tienen valoradas. El chisme, por ejemplo. Batis podría hacer la apología del chisme, la practica las 24 horas; pero es parte de la cultura, de la literatura, poco a poco ese chisme se va convirtiendo en una historia. Hay que saber oír a Batis porque es como esta literatura medieval, estos cantates, estos textos orales donde oímos cosas que son reales, que tienen un sustento real, mezclado con la sal y pimienta que Batis le mete”.
Batis comentó en su video que ésta era una despedida porque ya no le quedaba mucho en la tierra. Sin embargo, sus amigos señalaron lo contrario, a lo que Julio Aguilar adelantó que el ex editor del suplemento Sábado colaborará en El Universal con textos esporádicos contando “lo que hasta ahora no ha contado”.
