Por Néstor Ramírez Vega
@NestorRV
Con una pierna saltamos las casillas. Seguimos jugando la Rayuela de Cortázar en busca del Cielo binario al atravesar la cruz de Lorena de tiza cual Dante guiado por Virgilio.
Horacio Oliveira es un sujeto que va teniendo transformaciones a lo largo de los capítulos, mostrándose un tipo más astuto en “Del lado de allá” (Francia) y más perdido “Del lado de acá” (Argentina). La dureza y frialdad característica de Oliveira se quebrantan cuando una noche, La Maga, su amante, se va del hogar que compartían. Tras esto Oliveira no sólo pierde a La Maga, sino también a Francia. Entonces vuelve a latinoamérica y se reencuentra con su amigo Traveler y Talita, su esposa.
La complejidad de Rayuela cae en su variedad de temas y recursos retóricos, donde no pocas veces de un ambiente social pasamos a una introspección. En el capítulo 29, la intervención de “Mi noche triste” en las acciones de los personajes abren el espacio figurativo, haciendo que no sólo ocurra la acción de los personajes, sino surja un entorno que también habla.
El libro cuenta con su propio soundtrack, siendo la pieza antes mencionada la que expone la devastación de Oliveira cuando parte la mujer que amaba. “Percanta (muchacha) que me amuraste (abandonaste) en lo mejor de mi vida, dejándome larga herida y espina en el corazón. Sabiendo que te quería, que vos eras mi alegría, mi esperanza y mi ilusión. Para mí ya no hay consuelo y por eso me encurdelo (emborracho) pa’ olvidarme de tu amor”. Porque el amor, esa palabra es la que mueve a los personajes en el mundo.
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Las críticas a la cotidianidad y al sentido de la vida, así como la figura de la muerte, son una constante en el libro. Al finalizar la lectura queda un vacío sobre la forma en que llevamos nuestra existencia, llegando a pensar como el protagonista en que la vida es un absurdo por la mecanicidad y la falta de un sentido profundo.
“Del lado de acá” es la parte del libro que se desarrolla en Argentina. Al tratarse de América Latina es que (en nuestro caso) podemos sentir más próximos los acontecimientos narrados. Aquí es donde Oliveira trata de enterrar a Francia, sus recuerdos, al Club de la serpiente, pero sobre todo, a La Maga. Esto último no sucede porque encuentra en Traveler a su doppelgänger, así que La Maga vuelve a aparecer en su vida, aunque siendo una ilusión.
El término doppelgänger proviene de los términos alemanes doppel (doble) y gänger (andante), el cual se refiere a que hay alguien igual a nosotros en alguna parte del mundo. Sin embargo, el encontrarnos con este doble podría significarnos la muerte o un problema inminente. Este fenómeno ha sido abordado también en películas como La doble vida de Verónica, de Krzysztof Kieślowski, donde se profundiza en el encuentro del otro yo.
En la segunda parte de Rayuela el fenómeno citado es uno de los motores de la historia, adquiriendo fuerza a partir del discurso del puente entre Horacio y Talita y culminando en la plática entre Oliveira y Traveler. Este último encuentro sucede en el hospital psiquíatrico donde llegan a trabajar los personajes de la historia.
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Este escenario inevitablemente me recordó cuando en Ensayo sobre la ceguera los protagonistas son llevados a un hospital psiquiátrico, donde ponen en cuarentena a quienes padecen la ceguera blanca. La evolución de Oliveira expone qué hace a éste un lugar común, siendo que todos, desde un punto de vista, estamos próximos a entrar ahí, pues quienes tienen un padecimiento mental no son tan diferentes de nosotros.
¿Oliveira encontraría el kibbutz que buscaba en Francia? La búsqueda en Rayuela no es de un objeto material, sino de un ideal, una ecuanimidad. En el libro está el pensamiento de Cortázar, un pensamiento de una utopía colectiva, donde la indagación no era para una realización personal, no es la destrucción del Yo para entrar en armonía, sino para que todos estuvieran en un Paraíso terrenal.