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¿Qué se siente ser temido? Para muchos es lo máximo, todo un logro que les da un aire de superioridad a sus diminutos cerebros. Y no hay manera más fácil de infundir miedo que siendo violentos.
Usamos la violencia al hablar, al manejar, al mirar despectiva o lascivamente a alguien, nos encantan las películas con explosiones, golpes y armas, hasta la música que escuchamos se jacta del uso de autos blindados, pistolas de oro y demás.
De esta forma se generan usos y costumbres que nos hacen violentos a la menor provocación, pero cuando en realidad estamos siendo agredidos (los “políticos” mexicanos son especialistas en violentar de diversas maneras a sus gobernados), no hacemos ni el menor esfuerzo para defendernos.
Por todo esto y más existe el narcotráfico en México, mal endémico al que nos hemos acostumbrado tanto que por eso amamos verlo en la tele y el cine.
Es así como además de violentos, somos ciegos por elección, mudos por convicción e imbéciles por vocación.
Para tratar de entender estos lamentables hechos, existe La Libertad del Diablo, documental cinematográfico que retrata de manera poco convencional, nada amable, pero lamentablemente real, los efectos de la violencia.
Y lo hace por medio de entrevistas a víctimas y victimarios. Las cuales en ningún momento son tratadas con condescendencia o desprecio, gracias, principalmente, al anonimato facial que les permite el uso de máscaras.
De esta forma se logra que todos los relatos sean totalmente libres y sin ningún tipo de censura. Con lo cual, y aunque nunca se cuestiona esto, el uso de mentiras parece totalmente descartado.
Uno como espectador solamente tiene que prestar atención a sus palabras, tonos de voz, ojos, lágrimas y lágrimas contenidas: los escalofríos en el cuerpo nos dirán si lo que estamos escuchando es verdad.
En la vida hay personas que hablan mucho y no dicen nada. Muchos menos actúan. Pero también los hay quienes llevan a la realidad sus palabras, pero lo hacen sin pensar, meditar y/o cuestionar. Todo lo cual facilita la violencia imperante en nuestra sociedad.
Muchos dicen “todos somos iguales”, pero en un día cualquiera si ven a una persona con traje de vestir, inmediatamente se sienten inferiores; pero si ven a alguien mendigando le tienen lástima o miedo y se sienten superiores.
La Libertad del Diablo nos hace recordar todo esto, además de desear profundamente que todo el dolor y malestar que expresan estos testigos, nunca se presente en nuestra realidad… aunque realmente todos los días contribuimos a que siga existiendo, propagándose y diversificándose.
Por: Ángel Caballero (@AngelReject)
Fotos: Cortesías
