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Advertencia: si eres fanático de niñerías bobaliconas como Twilight, nunca jamás podrás entender esta arriesgada puesta en escena.
Hace ya casi 10 años el mundo cinematográfico pudo ser testigo de una de las historias más impactantes (por encantadora, tierna y poética) del nuevo milenio: Let The Right One In.
Este filme sueco basado en la novela de John Ajvide Lindqvst, Låt Den Rätte Komma In, sorprendió a la industria y casi inmediatamente se convirtió en un clásico, en una película de culto.
La falta de cadencia, elegancia y sensibilidad en su versión fílmica norteamericana, la hacen una cinta del montón y nada más que un burdo intento de plasmar en cine la obra de Lindqvst.
Resultado obvio por empeñarse en rehacer un trabajo cuasi perfecto, puesto que combina inocencia, sangre, amor y violencia (aunque muy rara vez haya bellas consecuencias como ésta, con la combinación de esos factores). Hecho que año con año ha aumentado en el cine basura hollywoodense, o sea, remakes.
Dentro de los cuales los más asquerosos, hasta el momento, son: Vanilla Sky, de la española Abre los Ojos; Quarantine, también basada en una cinta ibérica, [REC]; Secretos de una Obsesión, de la argentina El Secreto de sus Ojos; y Oldboy, con el mismo título que la del maestro coreano Park Chan-wook.
Así que la tarea de esta adaptación teatral mexicana no es fácil. Déjame Entrar es una muy decente adaptación cuyos puntos más fuertes están en la escenografía, producción y en su protagonista: Saraswati Valladares.
La historia se basa en Óscar (Diego Velázquez) es un tímido niño de 12 años, víctima de bullying en la escuela, que se hace amigo de Eli (Valladares), una misteriosa vecina que aparenta su misma edad y cuya llegada a la ciudad coincide con una serie de inexplicables muertes. Por lo que al mismo tiempo hay una intrigante investigación policial.
De esta forma nos involucraremos en la vida de un niño cuyos problemas no empiezan en el colegio… sólo se extienden. Puesto que con padres separados (una madre alcohólica y un padre imbécil por infantiloide) y una mediocre relación con ellos, se encuentra prácticamente solo en la vida.
En esta versión de Déjame Entrar el trabajo escénico es fabuloso por dinámico. Puesto que aunque en un principio parece muy pequeño, conforme avanza la puesta va creciendo.
Puertas corredizas que parecen espejos, bancos y bancas de metal de diferentes longitudes, troncos de árboles y una alfombra perfecta para que Saraswati brinque, salte y se mueva con toda la agilidad que necesita; son los elementos que hacen tan atractiva a esta adaptación.
Los demás adolescentes tienen mucho por perfeccionar, puesto que Saraswati Valladares les pone el listón muy alto.
Ya que sin duda alguna es ella, en todas y cada una de sus escenas, quien siempre mantiene el misterio y suspenso. Y a quien solamente se le podría pedir una cosa, que haga más sonidos salvajes con la boca al momento de atacar a sus diferentes víctimas, para hacer más impresionantes esas escenas.
El único defecto grave que le pude encontrar a Déjame Entrar es su ritmo, se siente acelerado (sobre todo en los diálogos entre Eli y Oscar), tal vez hasta se tengan que cortar escenas entre los bullies y Óscar; o de lo contrario caerán en la misma instrascendencia de la versión fílmica gringa.
Pero que tampoco tienen que perfeccionar demasiado, puesto que hasta el desnudo frontal que sucede en la obra, lo que podría parecer escandaloso, se vive conmovedoramente.
Déjame Entrar; oscura puesta en escena cuyo reto principal se encuentra en estar a la altura de la novela y película que le dieron origen. Se presenta en el Foro Shakespeare del 29 septiembre al 19 de noviembre, los viernes a las 20:30, sábado 18:00 y 20:00, y domingos a las 18:00 horas.
Por: Ángel Caballero (@AngelReject)
Fotos: Cortesías
