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Se supone que conforme avanza una película el tema central se va desenredando, pues esto en Frantz no sucede… y no importa, eso no la hace menos cautivadora. Al contrario, puesto que su belleza estética, producción, ambientación e imágenes son exquisitas.
Este es un drama francés en Alemania, que comienza en un pequeño pueblo poco tiempo después de la Primera Guerra Mundial. Ahí estaremos con Anna, quien va todos los días a visitar la tumba de su prometido, caído en la guerra, en Francia.
Un día, Adrien, un misterioso joven, también deja flores en la tumba de Frantz. Anna lo sigue para tratar de descubrir más de él, pero le pierde la pista rápidamente. Hasta que poco tiempo después, casualmente éste se aparece en la puerta de la casa en la que ella vive, desde hace tiempo, junto a los que iban a ser sus suegros, quienes la tratan con todo amor y cariño, como si fuera su hija.
Y aunque todo pinta para ser un cliché barato de telenovela, el aspecto en blanco y negro que casi siempre tiene la cinta, le da un halo fúnebre y de misterio, que sirve como pista de las múltiples dudas que surgen durante la historia.
Porque Ana y Adrien empezarán a convivir mucho tiempo, y lo que en un principio era solo curiosidad por saber quién era ese francés, se torna romántico. Pero siempre sin cursilerías.
Además, con frases como: “No tenga miedo de hacernos felices”, los padres de Frantz plasman el dolor que siente por la pérdida de su primogénito, aunque siempre agradecen tener con ellos a la cariñosa, amable, respetuosa y trabajadora Anna; y al mejor amigo que Frantz pudo hacer en tiempos bélicos… ¿o no?
El trato que la película le da a la guerra –tema que nunca es fácil de tocar por más que se prostituya en nuestros días y en nuestro lenguaje diario–, es respetuoso aunque explícito y, sobre todo, expone prejuicios, “raciocinios” y demás pensamientos que surgen en sujetos que no son más que pueblerinos que nunca han salido, ni saldrán, de sus munditos.
Este bello drama dirigido por François Ozon –quien deja un poco de lado su afición a filmar dramedies (dramas con gran dosis de comedia)–, no se olvida de incluir varios momentos de diversión (hasta humor negro) y alegría… aunque algunos de éstos puedan ser engañosos.
De esta forma logra que la relación que surge entre Ana y Adrien, sea completamente natural y atractiva, pese a que ella está en duelo y él se encuentra muy triste por la perdida de su amigo… o eso dicen.
Frantz; inolvidable drama que marca uno de los puntos más álgidos en el más reciente Tour de Cine Francés, y que resulta indispensable para todo aficionado al drama sutil y romances maduros.
Por: Ángel Caballero (@AngelReject)
Fotos: Cortesías
